sábado, 18 de agosto de 2012

Anillos, robots gigantes y dragones, mis obsesiones de geek


Hace unos días una amiga me contó que los encargados de una tienda de tenis pensaron que era lesbiana. ¿la razón? De acuerdo a ellos, una mujer heterosexual no conoce la diferencia entre DC y Marvel.
Mi primera reacción fue reírme, y pensar en todas las mujeres que conozco que saben la diferencia entre las dos editoriales más conocidas de comics a nivel mundial, y que además pueden mencionar otras tantas no tan famosas y describir a sus superhéroes y personajes.
Pero después de pensar en el tema un par de días, me di cuenta que mis amigas que saben estos detalles y yo compartimos un aspecto en particular: todas somos geeks en algún nivel.
De unos años para acá pareciera que ser geek es ser cool, películas y series de televisión ahora le dan protagonismo a esos personajes incómodos socialmente, que se la pasan pegados en las computadoras o a sus consolas de videojuegos o leyendo comics, pero la verdad, ser geek requiere dedicación, no es sólo seguir una moda.
Vayamos por partes, primero es necesario describir qué hace a un geek. Normalmente este término es confundido con nerd, pero si bien un nerd casi siempre es geek, la cosa no se da a la inversa.
Un geek es alguien sumergido en la cultura popular, incluyendo películas, comics, videojuegos, anime, ciencia ficción, fantasía, y un larguísimo etcétera. Más allá de usar la computadora para trabajar, lee y busca información con respecto a sus gustos, socializa en las redes con personas que comparten sus intereses y es un adicto a la tecnología (ojo, esta es una definición a mi forma de ver las cosas, no lo considero algo definitivo).
Por ejemplo, en mi caso particular, hay tres temas que me hacen geekear. Uno, Lord of the Rings y la mitología de Tolkien en general. Dos, recientemente me metí en el mundo de A Song of Ice and Fire, la saga de fantasía del escritor George R.R. Martin, el nuevo objeto de mi amor y desprecio, porque de verdad, uno tiene que ser malevolo para crear personajes tan brillantes como los de estos libros para luego ir matándolos uno a uno. Quienes seguimos los libros debemos considerarnos masoquistas por disfrutar con placer este dolor que nos causa Martin, y esperar años para que nos dé la nueva dosis de frustración.
Y por último, Neon Genesis Evangelion. Este es un amor que data de mis años de secundaria, lo cual implica que tengo al menos trece años enamorada de esta historia que, debo reconocer, marcó mi vida hasta la fecha.
¿Por qué digo que me marca hasta la fecha? Porque en el 2001, en un viaje a Los Ángeles a visitar al tío que ya he mencionado anteriormente me compré varias figuras de acción de animes, en particular un Eva 01 que brilla en la oscuridad, el cual era edición exclusiva para ser vendida en Comic Con y en Wizard World.
Ese Eva tiene 11 años conmigo, y no ha salido de su caja, permanece colgado en la pared de mi cuarto y ha viajado conmigo en mis múltiples mudanzas, lo cual ha hecho que la caja esté un poco maltratada, pero no me importa. Sigue siendo my precious y cualquier sugerencia de abrirlo es impensable.
Este es sólo un ejemplo de la mentalidad del geek, y la verdad estoy en un nivel bajo, aunque bueno, al igual que millones de desadaptados en el mundo, mi sueño es un día ir a Comic Con y perderme entre los mares de gente vestida de Storm Troopers, vampiros, soldados, superhéroes y demás.
Por último, considero que para aquellos que quieran entender cómo piensa un geek, o si eres un geek y quieres sentirte identificado, recomiendo dos documentales:

Comic-Con Episode IV: A Fan's Hope


The People Vs. George Lucas



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