miércoles, 19 de diciembre de 2012

Reflexiones del fin que viene


Una vez más me encuentro sentada en un café cerca del fin de año, a unos días del supuesto cumplimiento de las profecías mayas, del fin del mundo tan anunciado desde años y años atrás, al cual hemos sobrevivido por suerte o errores de cálculos de la gente de antes.
Uno no puede evitar sentarse a reflexionar sobre el último año de vida, y en caso de que en verdad sea el fin de nuestra existencia pues también vemos los últimos 27 años (en mi caso al menos).
Pienso en lo que he logrado (poco, bueno, malo, regular), en los amigos conocidos y afianzados este año, en las relaciones que se desvanecieron en el trayecto, en los viajes, en los nuevos rincones encontrados, en las lagrimas derramadas en la privacidad de mi cuarto, en mis mudanzas, en los proyectos inconclusos, en los proyectos que continuarán, en los nuevos ideales, en los que se esfumaron.
Pienso en tanto y en nada a la vez, mientras veo cómo los minutos poco a poco nos acercan al final. 
Laboralmente siento que este año crecí un poco, en gran parte gracias a las experiencias que me trajo el trabajo, los temas y las personas que conocí en estos pequeños pasos que apenas estoy empezando a dar.
En lo que respecta a la vida personal no puedo hablar con el mismo orgullo, extraño a esos que por razones se alejaron en este tiempo, pero también pienso en lo que se puede lograr con un poco de esfuerzo.
Pero no me frustro mucho, porque si algo tiene de alentador la famosa profecía de mis paisanos sureños, es que en estos días es el fin de una época, un momento de cambio en la energía que nos rodea.
Entonces, lo mejor que podemos hacer es montarnos en la nueva ola que viene, si esto es un cambio en el entorno espiritual que nos rodea (y no, no me refiero a un tema religioso, sino en cuanto a las fuerzas de la naturaleza que están en todas partes), hay que aprovecharlas, tomar el ejemplo que nos dejaron los mayas para cambiar y emprender nuevos retos. 
Viéndolo así, yo si espero el fin, porque como dicen, todo final es un nuevo comienzo.

domingo, 16 de diciembre de 2012

La mala fama del reportero: una crítica ganada a pulso

El reportero siempre ha tenido una mala imagen. Chayotero, viciado, vicioso, carente de ética, revuelca comunicados, egolatra. Estos son tan sólo algunos de los adjetivos que siempre se le han adjudicado a quienes trabajamos en los medios.
Y la verdad, cada vez más me doy cuenta que esto no es de gratis, si la gente nos ve con esa imagen es por algo.
Hay quienes buscan redimir al oficio ante los ojos de los demás, quienes mantienen un código de ética, tratan a la gente como personas, le echan ganas a su trabajo, entre otras características (que en lo personal, me gustaría pensar que entro en este grupo).
Sin embargo, hay otros, quienes por sólo tener una grabadora o micrófono y salir en la cámara se creen semi dioses, y piensan que pueden pasar por encima de los demás.
Este domingo fue la inauguración de la Ciudad Mágica en Puebla. Al término del evento me dirigí a la puerta por dónde había ingresado unas horas antes, pero al ver que la gente nada más entraba me acerqué con una de las señoras vestida con las playeras del DIF para preguntarle si podía salir. 
Amablemente la señora me comentó que no se podía, porque en los accesos había contadores de gente, por lo que la salida estaba del otro lado del parque.
Tras bromear con ella de que me brincaba el contador, ella me dijo que momentos antes un reportero de cierta televisora llegó muy altanero a querer salir por ese acceso. Cuando ella le dijo que no podía y le bloqueó el paso, el tipo en cuestión dijo “yo paso porque paso” e intentó empujar a la señora, quien tendrá más de 60 años.
Ante esto, ella decidió acompañarlo a un rincón por donde estaban sacando a las personas de la tercera edad que dejaban el recinto.
“Hay formas”, me dijo la señora, ya no tan molesta como estuvo en un principio, pues dijo que salió ganando, al acompañar al joven del brazo hacia la salida para personas mayores.
¿Por qué pasa eso? ¿Por qué uno sólo por tener un logotipo en especial en su playera se cree que puede empujar y aplastar a al gente que solamente hace su trabajo?
Los reporteros no somos más que nadie, eso es algo que debemos tener presentes. Es más, nosotros en sí trabajamos para la gente, estamos en esto porque lo que queremos es brindarle a las personas información que de alguna manera les puede ser útil. La gente no está para darnos, sino nosotros para dale a la gente, al menos así lo veo.
Una grabadora no te hace más que alguien más, es más una grabadora no te hace reportero. Hay muchos casos de gente que sólo está en esto por la imagen, por verse interesante, por reconocimiento, pero lo que son las personas y hasta la propia información son lo de menos.
Es por gente así que los reporteros nunca seremos bien vistos, porque los que finalmente un boleador de zapatos siempre tendrá mayor respeto que nosotros, y la verdad, viendo cómo son la mayoría, no culpo a las personas de tacharnos como seres sin valores.
Lo único que queda, al menos desde mi punto de vista, es seguir intentando sacar el mejor trabajo posible, mantener esos patrones internos, ese tacto con las fuentes, ese cuidado de lo que hacemos, entregar lo mejor de una misma a este oficio, con la finalidad de que, al menos en una pequeña medida, demostremos que no todos somos iguales.

martes, 11 de diciembre de 2012

¿Por qué los reporteros no usan los sistemas de transparencia?

Entre las curiosidades que uno se encuentra ñoñenado en las páginas del gobierno del estado hace unos días me topé con un reporte de las solicitudes de información que se han presentado hasta septiembre de este año, y hay un par de datos que llaman la atención.
Primero que nada, es interesante y hasta alentador para los que somos partidarios de que la gente haga uso de su derecho a la información, el ver que tan sólo en nueve meses se metieron 3, 297 solicitudes de información por vía de Infoex al gobierno de Puebla, esto es más de 350 al mes en promedio.
Además, para levantar un poco el orgullo de género, más de la mitad fueron solicitudes hechas por mujeres, otra parte mayoritaria por hombres y 56 fueron a nombre de organizaciones sociales.
Sin embargo, un detalle que me llamó la atención es que, a diferencia de lo que uno puede pensar, los periodistas no son quienes más usan el sistema Infomex para obtener información.
Del total de solicitudes del año, solamente 154 fueron hechas por reporteros, lo cual pone a los trabajadores de los medios muy por debajo de los estudiantes en el uso de Infomex, pues éstos hicieron 356 solicitudes hasta septiembre del año.
Aún más, mi orgullo de mujer cayó un poco, cuando vi que las reporteras usan este medio de información menos que los hombres.
¿A qué se debe esto? ¿Por qué los reporteros dejan de lado esta herramienta de trabajo?
En una ocasión lo platiqué con una compañera, y me dijo que es la falta de tiempo, que uno se enfoca mucho al trabajo del día a día y no se pone a pensar en solicitudes.
Pero bueno, al menos en mi experiencia personal, los temas caen a lo largo del día. Ya sea en un evento, en una entrevista, hasta en el camión, de pronto uno se da cuenta que hay ese tema ahí pendiente. El sentarse a escribir la solicitud tomará máximo 15 o 20 minutos. La espera será mucho, pero vale la pena.
Esto me recordó una entrevista que vi en un libro, a la periodista Lilia Saúl Rodríguez, quien sugería meter una solicitud de información a la semana, de esta forma al final del año serían 52. Algunas no serían contestadas, otras a medias, pero finalmente tendrías un buen compendio de información, y unos materiales bien trabajados.