El reportero siempre ha tenido una mala
imagen. Chayotero, viciado, vicioso, carente de ética, revuelca
comunicados, egolatra. Estos son tan sólo algunos de los adjetivos
que siempre se le han adjudicado a quienes trabajamos en los medios.
Y la verdad, cada vez más me doy
cuenta que esto no es de gratis, si la gente nos ve con esa imagen es
por algo.
Hay quienes buscan redimir al oficio
ante los ojos de los demás, quienes mantienen un código de ética,
tratan a la gente como personas, le echan ganas a su trabajo, entre
otras características (que en lo personal, me gustaría pensar que
entro en este grupo).
Sin embargo, hay otros, quienes por
sólo tener una grabadora o micrófono y salir en la cámara se creen
semi dioses, y piensan que pueden pasar por encima de los demás.
Este domingo fue la inauguración de la
Ciudad Mágica en Puebla. Al término del evento me dirigí a la
puerta por dónde había ingresado unas horas antes, pero al ver que
la gente nada más entraba me acerqué con una de las señoras
vestida con las playeras del DIF para preguntarle si podía salir.
Amablemente la señora me comentó que no se podía, porque en los
accesos había contadores de gente, por lo que la salida estaba del
otro lado del parque.
Tras bromear con ella de que me
brincaba el contador, ella me dijo que momentos antes un reportero de
cierta televisora llegó muy altanero a querer salir por ese acceso.
Cuando ella le dijo que no podía y le bloqueó el paso, el tipo en
cuestión dijo “yo paso porque paso” e intentó empujar a la
señora, quien tendrá más de 60 años.
Ante esto, ella decidió acompañarlo
a un rincón por donde estaban sacando a las personas de la tercera
edad que dejaban el recinto.
“Hay formas”, me dijo la señora,
ya no tan molesta como estuvo en un principio, pues dijo que salió
ganando, al acompañar al joven del brazo hacia la salida para
personas mayores.
¿Por qué pasa eso? ¿Por qué uno
sólo por tener un logotipo en especial en su playera se cree que
puede empujar y aplastar a al gente que solamente hace su trabajo?
Los reporteros no somos más que nadie,
eso es algo que debemos tener presentes. Es más, nosotros en sí
trabajamos para la gente, estamos en esto porque lo que queremos es
brindarle a las personas información que de alguna manera les puede
ser útil. La gente no está para darnos, sino nosotros para dale a
la gente, al menos así lo veo.
Una grabadora no te hace más que
alguien más, es más una grabadora no te hace reportero. Hay muchos
casos de gente que sólo está en esto por la imagen, por verse
interesante, por reconocimiento, pero lo que son las personas y hasta
la propia información son lo de menos.
Es por gente así que los reporteros
nunca seremos bien vistos, porque los que finalmente un boleador de
zapatos siempre tendrá mayor respeto que nosotros, y la verdad,
viendo cómo son la mayoría, no culpo a las personas de tacharnos como
seres sin valores.
Lo único que queda, al menos desde mi punto de vista, es seguir intentando sacar el mejor trabajo posible, mantener esos patrones internos, ese tacto con las fuentes, ese cuidado de lo que hacemos, entregar lo mejor de una misma a este oficio, con la finalidad de que, al menos en una pequeña medida, demostremos que no todos somos iguales.
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