sábado, 28 de julio de 2012

Libros, libros y más libros


Lo he dicho en más de una ocasión, soy una adicta a los libros, por eso sostengo que es extremadamente peligroso que viva a unos pasos de una librería. Cuando paso por ahí cierro los ojos para no correr dentro a comprarme un buen par de nuevos amigos... perdón, libros.
Este es un problema que, creo, tenemos tanto mi hermano y yo, por eso mis papás dudaban en darnos dinero para “ropa” cuando estábamos en la universidad, porque sabían que la próxima vez que nos visitaran nos verían con los mismos trapos pero un par de nuevos volúmenes saturando nuestros libreros.
Soy de las mujeres que siempre trae bolsa grande, y no porque traiga cremas, maquillaje, peine para el cabello, moose, cepillo de dientes y mil maravillas dentro, sino que el tamaño de mi bolsa es directamente proporcional al tamaño del libro que me acompañe en esos días. No me importa que no tenga tiempo en el día para leerlo, siempre lo traigo conmigo por si acaso.
Mi afición por la lectura comenzó cuando estaba pequeña, tal vez a los ocho o nueve años. Mi papá tenia que viajar mucho a Villahermosa por cosas del trabajo, y cada vez que regresaba a la casa le traía a mi hermano un libro de la serie Escalofríos y a mi los libros de las tiras cómicas de Garfield. Recuerdo leer y releer esos pequeños libros, y dormir con ellos bajo la almohada.
Más adelante, mi mamá me regaló una edición de Mujercitas que hasta la fecha me fascina. Tapa dura roja, hojas delgadas y un olor que siempre significara casa para mi.
De ahí comenzaron a apilarse y apilarse libros de todo tipo, en español, en inglés, novelas, poesía, ensayos, periodismo, una novela gráfica por ahí, recopilaciones de cartas, etc. En mis eternas mudanzas siempre ha sido un problema empacar la colección, pues el peso es tal que es imposible moverlos.
Hoy la mayoría están en casa de mis papás en Tabasco, pero mantengo conmigo aquellos que tienen cierto valor sentimental o informativo para mi, y con el paso de los meses de pronto les agrego un par de hermanitos.
Bueno, ¿a qué se debe todo este rollo? Resulta que ayer me tocó ir a una rueda de prensa de gobierno del estado, la cual en sí no me pidieron que cubriera, sino que intentara entrevistar a una persona que simplemente no se dejó. El evento no debía pelarlo, pero esto me causó conflicto, ¿por qué dirán ustedes? Entre los temas que se dijeron, anunciaron una colecta de libros para repartirse en escuelas, centros de readaptación social, hospitales y demás. La campaña arrancará este domingo 29 de julio, y habrá centros de acopio en universidades, plazas comerciales y edificios del gobierno poblano.
No soy oficialista, procuro siempre mantener una postura crítica con respecto a los temas del gobierno, pero debido a mi adicción, el tema me pareció noble, interesante y digno de difusión. Por un segundo hasta consideré donar uno de mis pequeños, pero no puedo separarme de ellos.
En lo personal, considero que este tipo de esfuerzos son importantes, debido a lo triste del nivel de lectura en el país. De acuerdo con datos de Conaculta, el mexicano promedio lee por diversión un libro al año.
Además, alrededor del 28 por ciento de la población del país dice haber leído al menos un libro en el último año, siendo el DF, Aguascalientes, el Estado de México, Querétaro y Hidalgo donde la proporción de gente que lee es mayor.
El estado que menos lee es Tabasco, donde solamente el 18 por ciento de la población dijo haber leído al menos un libro en el año.
Sé que la situación en el país es difícil, no todos tienen la oportunidad de comprarse un libro de vez en cuando, lo sé, a mi me pasa. Por eso es que digo que es noble el esfuerzo de esta donación de libros, poner ejemplares llamativos en las bibliotecas de las escuelas públicas, para que los niños se acerquen y escapen un par de horas de la realidad que lo aqueja en sus casas sumergiéndose en mundos de fantasía. O que en las salas de espera pongan literatura en vez de revistas de espectáculos o telenovelas en las pantallas.
De mi parte, seguiré haciendo lo que me corresponde. Leer más libros para incrementar las estadísticas, analizar qué puedo donar a la campaña, y cuando nazcan mis sobrinos (porque sé que esos saldrán primero que hijos míos) leerles cada que pueda, regalarles cuentos, historias y demás, con la esperanza que poco a poco se vaya contagiando esta adicción de la cual espero nunca rehabilitarme.


jueves, 26 de julio de 2012

Esos juegos de la mente


¿Alguna vez se te han mezclado los recuerdos? No sé cuándo comencé con esa tendencia, tal vez la he tenido siempre, pero la primera vez que lo recuerdo bien iba en un camión en Villahermosa. Tenía poco de haber regresado a vivir allá, después de mi aventura post universidad en Los Ángeles, donde viví un par de meses. Iba creo que al cine o algo. El camión en que viajaba cruzaba una de las avenidas principales de la ciudad, cuando de pronto mi mente dio un salto radical, y por un momento pensé que estaba otra vez en California, camino hacia mi centro comercial favorito a una tarde de películas, café y libros. Obviamente las calles no tenían nada de parecido, pero el sentimiento fue ese, y por un breve instante los dos lugares eran idénticos, pero solo por un segundo, después las diferencias, el tiempo y la realidad volvieron a hacerse palpables.
Es normal que siempre haya detalles que nos lleven al pasado. Una canción nos recuerda una escena determinada de nuestra vida, un olor nos hace sentir cercana a una persona lejana, el sabor de algún dulce o comida nos hace rememorar a nuestras abuelas, madres o simplemente la infancia.
Pero ¿qué pasa cuando los recuerdos vienen de la nada? ¿Cuando el ayer y el hoy se vuelven una amalgama extraña y por un par de segundos perdemos la percepción de dónde estamos?
La escena que describí no es la única, ya estando en Puebla en muchas ocasiones la ciudad se me ha mezclado tanto con Villahermosa como con Los Ángeles. Hace unos días iba en un taxi sobre la 31 Poniente y por un momento pensé que iba sobre la Avenida Gregorio Méndez a ver a un amigo en Tabasco.
Lo peor es cuando no solo se nos mezclan los lugares, sino los recuerdos. Cuando esa noche que te prometiste que nunca olvidarías sigue viva en tu memoria, pero hay momentos en que no recuerdas si la viviste con tu actual pareja, o la anterior, o la anterior.
La revoltura de sentimientos y personas que los provocaron normalmente me dan en las depresiones, cuando termina alguna relación o seudo relación (de esas que se me dan mucho), en ese momento de recuento de los daños regresan peleas, lágrimas y dolores del pasado, se mezclan con las nuevas y debo pasar un buen rato clasificando a quién le corresponde cada cosa simplemente para no volverme loca.
Cuando se nos mezcla el pasado, el presente y cosas que nunca pasaron, ¿qué nos quiere decir nuestra mente? ¿qué juego enfermo es ese, esa sopa de letras con fotografías de nuestra vida que debemos ordenar?
Tal vez es de esas cosas que le dan sabor a la vida, y tal vez no es tan común que ese tipo de mezclas se nos den, pero sé que me esperan muchas noches en las que sentiré el foco de la luminaria que da directo a mi ventana de Villahermosa, o mañanas en las que me levantaré con la idea de que tengo que pasear a las gordas, como le diría mi tío a sus perritas, y luego ese sentimiento se esfumara con la promesa de regresar más tarde.

sábado, 21 de julio de 2012

¿Cuánto cuesta la personalidad?

De acuerdo con la Real Academia Española, la personalidad es:
1. Diferencia individual que constituye a cada persona y la distingue de otra
2. Conjunto de características o cualidades originales que destacan en algunas personas.

En sí, todos tenemos personalidad, algunos somos neuróticos y explosivos (digo "somos" refieriéndome en particular de mis hermanos y yo), otros son alegres y positivos, unos más son sociables y amables. Pero todos tenemos esas cualidades que nos hacen ser nosotros.
Sin embargo, hay quienes dicen que pueden enseñar "personalidad."
Hace unos días, iba en un camión en la ciudad de Puebla cuando vi el anuncio en edificio; tenía la leyenda "Curso de Personalidad" y junto una foto en la que se pueden apreciar a siete chicas adolescentes, todas muy guapas, con lentes de sol y poses coquetas.
La imagen me acosó un par de días, hasta que no aguante y decidí entrar al lugar, con un nombre falso, a pedir informes.
Este lugar, del cual omitiré su nombre pero que esta ubicado en el Bulevard 5 de Mayo, es un centro que da cursos a empresarios sobre liderazgo y programación neurolingüística.
En el primer encuentro la chica que me atendió me vendió el curso asegurandome que se trataban aspectos de motivación y neurolingüística, pero a los pocos días me reenvió el temario completo del curso en cuestión y entendí que no me dijo todo completo porque mi personalidad escéptica no es algo que pueda ocultar bajo el seudonimo que apliqué ese día.
Algunos de las clases que se imparten en este curso son: Desarrollo del Carisma y Autoestima, Autoimagen y Autovaloración, Reglas del Buen Vestir, Pasarela y Modelaje, Crea Tu Propio Estilo, Cortesía y Modales en Lugares Públicos, Urbanidad En La Mesa y la Influencia del Color.
Este curso, el cual esta siendo impartido de manera intensiva para niñas de preparatoria durante este verano, tiene un costo de alrededor de tres mil pesos. Ese es el precio que tiene el que te enseñen a tener personalidad.
El tema me causa un poco de conflicto porque cuando cumplí 15 años mi madre intentó inscribirme en un curso de "Buenos Modales y Modelaje" para que fuera una niña de bien, pero claro, los que me conocen en persona se darán cuenta que me libré en su momento.
Pero lo que más me ha consternado en torno al tema es el uso de las palabras para manipular no solo a las niñas que acuden al curso sino a sus padres quienes son a final de cuentas quienes están pagando.
No puedes enseñar a tener personalidad, eso es algo que uno se construye en el día a día, con las experiencias buenas y malas, con lo que uno lee, vive, platica, escucha, todo eso forma la personalidad.
Lo que estas clases buscan enseñar es la creación de una imagen corporal en las alumnas, lo cual no está mal, es algo loable, pero hay que diferenciar una de la otra, pues vivimos en una sociedad tan enfocada en lo exterior y no en el desarrollo interno de la persona, que si le dices a una niña que su personalidad es cómo se viste, se lo va a creer, cuando su personalidad es lo que la hace ser ella, no cómo se ve.

miércoles, 18 de julio de 2012

El complejo de Edipo del héroe arácnido



Mi relación con Spiderman oscila entre el odio y el amor. Por un lado se me hace un superhéroe muy interesante, uno de los pocos que muestra un lado más humano y que atrae a los jóvenes por el asunto de la edad, además, bueno, es fotógrafo y siempre y una historia donde hay alguien relacionado con la prensa me engacha.
Sin embargo, me frustra este personaje arácnido. He de confesar que he leído pocos comics solamente de él, pero soy fan de una saga de Marvel que solamente puede definirse como ÉPICA: Civil War. En esta participaron absolutamente todos los comics y superhéroes de la firma Marvel, cada uno seguiendo determinadas líneas de sus historias propias, pero todos se relacionaban por el tema de un registro que implementa el gobierno de Estados Unidos para que todos los héroes encapuchados y mutantes hagan públicas sus identidades secretas.
Esto genera una división en el mundo de los héroes, por un lado los que están a favor, encabezados por nadie más que Tony Stark, y quienes se pasan al lado rebelde y buscan mantener su identidad y poder seguir haciendo su trabajo como lo han hecho hasta el momento, liderados por Capitán América.
El tema aquí no es hablar acerca de esta división entre los dos cabezas de The Avengers, la cual es una de las cosas más maravillosas y tristes que he leído en comics, sino del papel que juega Spiderman en esta historia.
Empiezan las divisiones, y qué hace el chico bicho, se va del lado de su nueva figura paterna, Iron Man, dándole la espalda al resto del equipo de superhéroes, a quien ahora él ayuda a cazar.
Comprendo que el chavo tenga sus frustraciones emocionales, padres y tío muertos, y que necesite refugiarse en el primer paquete de testosterona que le hable bonito y le diga “hijo”, pero dejar por eso al equipo con el que has tenido miles de batallas, simplemente no me entra en la cabeza.
Sí, ya entrada la historia el hombre vuelve al camino correcto y se une a la insurrección, pero son muchos tomos en los que no, y ahí anda de perro de Tony Stark, que igual lo amo, pero en Civil War amo odiarlo.
Todo este contexto es sólo para presentar mi percepción de The Amazing Spiderman. Este reboot de la saga de películas que se han sacado sobre el Hombre Araña nos presenta una faceta diferente, no la de los padres muertos, sino los que se exilian para evitar poner en riesgo a su hijo, un Peter Parker más de preparatoria, juvenil y jovial, dejamos de lado a Mary Jane para conocer a Gwen Stacy, etcétera.
Pese a los cambios, la película sigue exactamente lo mismo: Peter Parker buscando un reemplazo de padre. Primero su tío Ben, que para todos los que conocen la historia saben cómo acaba eso. Luego el doctor Connors, quien acaba transformándose en su enemigo. Por un momento se busca refugiar hasta en el padre de su propia novia, Gwen.
Una vez más digo, comprendo que seas huerfano, ¡pero toma el ejemplo de Batman! Él no anda refugiándose en las faldas de The Joker solo porque necesita quien le enseñe ser hombre.
La película en sí es entretenida, tiene momentos chistosos, si mantiene la atención de la audiencia, tiene buenos efectos. En sí, una buena película de superhéroes, lo admito y se lo otorgo. No la mejor, pero muy disfrutable.
Por último, y no puedo dejar de mencionar esto, tiene uno de esos clichés del cine comercial estadounidense, que simplemente me crispan. En un momento en el que Spiderman está casi desahuciado, unos constructores deciden abrirle camino, todos muy unidos y muy the american way, ¿y cómo lo resaltan? Con una toma muy breve, pero muy clara de los señores caminando con la bandera de estadounidense a sus espaldas.
Fuera de esa toma de un segundo, la película es buena, ah, y tiene uno de los mejores cameos de Stan Lee que he visto en mucho tiempo.


lunes, 16 de julio de 2012

Confesión de una yunkie de transparencia

Tengo una confesión que hacer: soy una adicta a la transparencia. En mis ratos de ocio tiendo a meterme a la página de transparencia del ayuntamiento de Puebla (fuente que cubro para el medio que trabajo), o simplemente me sumerjo en el maravilloso sistema Infomex del gobierno estatal para leer respuestas a solicitudes públicas, solamente para conocer y darme idea de sacar temas.
Si bien todos los portales tienen sus deficiencias, es interesante echarles un ojo y de pronto encontrar  una que otra rareza que pueden servir para desarrollar temas más a profundidad, y si, sé que este comentario me hace sonar extremadamente ñoña, pero no me importa.
Pero claro, como toda relación, mi amor con Infomex no empezó muy bien que digamos. Tenía a penas 15 días trabajando en medios poblanos cuando mi entonces jefa me pidió que pidiera una información por medio de transparencia al Colegio de Bachilleres de Puebla. Era el miércoles antes de semana santa de 2011 cuando abrí mi cuenta, escribí mis preguntas, dí aceptar, y comenzó el suplicio.
Después de ahí fueron meses de meter recursos de revisión, volver a formular las preguntas para poder darle la vuelta a los candados de la institución, visitas al IFAI para pedir ayuda, para que al final de cuentas, a principios de 2012 recibiera un correo en donde se me notificaba que no me podían dar la información de ninguna manera.
Ya para esas alturas esa primera solicitud había quedado casi olvidada, y seguí haciendo la lucha como quien pelea por una relación que sabes en realidad es insalvable. Ya había metido otras tantas solicitudes tanto al gobierno del estado como al municipio, y es un vicio que simplemente ya no puedo evitar.
Sin embargo, mis malas experiencias me han permitido crear un par de tips para aquellos que recién empiezan a hacer uso de estos sistemas, o simplemente quienes lo hacemos con frecuencia pero se nos olvidan ciertas cosas:
1) Nunca, nunca, nunca pidas algo que pueda sonar a información personal, eso siempre lo podrán usar en tu contra y después de una larga espera de entre dos y cuatro semanas te pueden rechazar todo. En ocasiones sirve que pongas NO PIDO INFORMACIÓN PERSONAL, pero en otras lo pueden ignorar por completo, es un riesgo que hay que tomar.
2) Revisa siempre tus preguntas antes de mandarlas, una mala sintaxis puede hacer que la información que pides no sea la correcta. Ejemplo, hace unas semanas pedí información sobre una licitación que lanzó el ayuntamiento, pregunté la empresa ganadora, los servicios contratados, pero en vez de poner "¿Por cuánto dinero se contrató a la empresa?" o "El contrato que se le dio a la empresa, ¿a cuánto asciende?" o cualquier otra variación de la pregunta, puse "¿Cuánto se invirtió en este proceso?"; obviamente la respuesta fue "nada".
3) Estar pendiente de las fechas. Cuando una solicitud de información es negada, y consideras que no tiene razón, puedes meter un recurso de revisión, pero para este solo tienes un par de días luego de que recibes la respuesta, después de ese plazo no hay forma de exigir respuesta y tienes que volver a iniciar el proceso.
Después de todo este debraye, la pregunta puede ser "¿por qué me gustan tanto los portales de transparencia?", uno puede pensar que los gobiernos solo publicarán lo que les conviene en sus portales, y las solicitudes tardan mucho. Pero en lo personal, lo veo como una herramienta periodística fundamental, y es el mismo ímpetu de reportero que te ayuda a encontrar una nota en todas esas bases de datos.
Sé que la transparencia no es solo para reporteros, es en sí para la ciudadanía en general, pero no puedo separar una de la otra, soy reportera, ciudadana y adicta a la transparencia, no hay una sin la otra, así que no puedo verlo de otra manera.

domingo, 8 de julio de 2012

La perra de Plavov

Nota: el siguiente es un pequeño debraye de ficción


Condicionamiento. Lo queramos o no, pero nuestro subconsciente nos domina, y el condicionamiento es cosa de todos los días.
Recuerdo perfectamente cómo inició mi problema. Después de un año con mi ex, un día tuvimos que terminar, porque simplemente nos dimos cuenta que queríamos cosas diferentes.
Para despedirnos tuvimos una noche especial, compramos cosas para cocinar, música y una dosis intensa de sexo. El único detalle es que con cada beso y caricia que nos dábamos, yo sabía que el final se acercaba, y en vez de sentir el placer de siempre me entró un sentimiento diferente, que ahora es común para mí, aunque todavía no defino qué es.
Acabamos sudados y abrazados, y mientras él jugaba con mi cabello yo aguantaba las lágrimas, no podía echar a perder nuestra última vez juntos.
Por un tiempo logré sacarlo de mi vida, hasta que un día me encontré en la calle a una conocida de los dos, y me dio la noticia: él, mi hombre, estaba viviendo con otra, una mujer que conoció dos semanas después de nuestro último encuentro.
Al principio no supe cómo reaccionar, el resto del día en el trabajo estuve en un estado de shock, no podía comprender qué había pasado.
Por la noche, estando sola en mi cama con la luz apagada comencé a llorar. Por mi mente pasaron todos los momentos que pasé a su lado, y de pronto apareció él, tal y como en nuestro último encuentro, lamiéndome, mordiéndome, estrechándome en sus brazos mientras me penetraba.
Sin darme cuenta, mi mano ya estaba en mi vagina, y entre los gemidos de mi llanto se mezclaron los que me generaba el recuerdo de ese último momento de placer que tuve a su lado. Al llegar al climax regresó ese sentimiento extraño, esa mezcla de felicidad, depresión, satisfacción y soledad.
Ahí comenzó el declive. Ese día me di cuenta que la única forma para poder dejar de llorar por él era masturbarme, o de preferencia tener relaciones con alguien más. En sí, para calmar las lagrimas, necesitaba un orgasmo.
Sí, al principio lo hacía para olvidarme de él, pero con el tiempo se volvió una necesidad física. Cada vez que me sentía deprimida o triste por cualquier cosa, ya fuera algún problema en el trabajo, un libro, alguna tragedia familiar, tenía que buscar a alguien que me diera placer, o buscar un lugar donde yo misma pudiera hacerme cargo del asunto.
Pero claro, esto también funciona a la inversa. Una vez que me olvidé al fin de aquel intenté iniciar alguna relación seria, y las pocas veces que me he arriesgado con alguien, cuando al fin nos vamos a la cama termino llorando, pero no de placer, eso creo que les gustaría más. Después del orgasmo comienzo a llorar inconsolable, sin saber por qué. Simplemente el placer y la tristeza se han vuelto un solo sentimiento para mi.
Después de muchos meses ya había perdido la esperanza, pensé que no tenía cura y que así ningún otro hombre me iba a querer. Esto obviamente me causó un estado de depresión gravísimo, con su consecuente libido al máximo.
Fue en este estado que lo conocí. No puedo describir qué es lo que me hace, pero no sólo ha sabido sobrellevar mi condicionamiento, sino que lo aprovecha al máximo, para beneficio de los dos.
¿Recuerdas cómo cuando eras pequeño y llorabas tu mamá te decía “sigue y te voy a dar algo para que llores de verdad”? Digamos, en resumen, que esa es la postura que él toma conmigo, y la verdad, nunca había estado tan deprimida como ahora. Y lo amo.

sábado, 7 de julio de 2012

Ataques musicales de nuestro subconsciente


A todos nos ha pasado. De pronto estamos concentrados en cualquier actividad de nuestra vida diaria, ya sea en la regadera, cocinando o caminando hacia el trabajo, cuando llega el ataque.
De la nada, nos damos cuenta que estamos tarareando ESA canción que nos ha estado acosando últimamente, y sabemos que no podremos dejar de cantarla en todo el día, muchas veces muy a nuestro pesar.
Este fenómeno es conocido en inglés como “earworm”, o sea, “gusanos de oído”. Si bien se han hecho muchos estudios con respecto a este lapsus mental, hasta la fecha no se sabe a ciencia cierta qué es lo que provoca que una canción se nos pegue en la cabeza, ni las formas para poder sacarla una vez que ya está dentro.
De acuerdo a algunos de estos estudios, los earwoms tienden a ser molestos una tercera parte de las veces, aunque claro, depende de cuál sea la canción que tengamos pegada en la cabeza, o lo que nos recuerde esta melodía en especial.
En un articulo escrito por Octavi Planells (disponible en inglés aquí), se explica que las razones por las que una canción se nos pega depende mucho de nuestras circunstancias personales.
En el estudio al que refiere el artículo, se identificaron estados psicológcios y emocionales relacionados con determinados earworms. Además, se refiere que las experiencias personales y nuestra forma de ser también son factores que influyen en la persistencia en nuestras mentes de determinadas canciones.
Otros investigadores sostienen que una de las características principales de los earworms es que éstos tienen patrones repetitivos o algún sello partícular en su tonada que hacen que se amarren más fácilmente a nuestros recuerdos.
Algunos de los remedios “caseros” que se proponen para poder olvidar algunas de estas canciones son escucharla hasta que te la memorices o simplemente escuchar cualquier otra canción con la finalidad de reemplazar la canción molesta.
Yo prefiero aprovechar otro de los consejos, que es pasar nuestro earworm a otras personas, por lo tanto, los dejo con la canción que me ha estado acosando desde hace semanas.


lunes, 2 de julio de 2012

Reflexiones de la resaca electoral

Nota: Sé que este post me merecerá innumerables mentadas de madres y comentarios encendidos, de esos que predominan en este ambiente post electoral, pero hay cosas que simplemente se tienen que sacar del pecho.

Antes de empezar he de confesar: este domingo 1 de julio no voté. Pueden decirme que fue por apatía política al no cambiar mi credencial de elector a tiempo y seguir con la que saqué en Villahermosa, pese a ya llevar más de un año en Puebla. Pueden decirme que fue irresponsabilidad por no irme a formar desde temprano a las casillas especiales, pero por desgracia tenía que trabajar en la cobertura, y no me pude desprender.
Sea como sea, acepto que fue mi error, irresponsabilidad, apatía, y en general fue mi culpa el no haber podido votar. Por esto mismo, no me siento con la calidad moral para quejarme del resultado. Sí, no es el que esperaba, aunque no me sorprende. Ninguno de los candidatos era mi gallo, pero al parecer las cosas pudieron ser mejor para todos. Pero, reitero, no me puedo quejar porque no participe.
Así pues, este pequeño texto no es para lanzar comentarios en contra del IFE, del PREP, de los candidatos, de las manifestaciones, del acarreo, compras de votos, y un larguísimo etcétera de las cosas que inundan esta resaca electoral.
Lo que busco simplemente es lanzar una pregunta: además de votar, ¿qué más has hecho para alcanzar el cambio?
Todos hablan acerca de como de haber ganado López Obrador se hubiera alcanzado el cambio real en el país, hubiera mejorado las condiciones de vida de todos. Pero en un sentido micro, personal, de la realidad del día a día, ¿qué hacemos para mejorar?
Hay cosas tan sencillas que sirven para generar un cambio, porque uno mismo puede llegar a ver la reacción en las demás personas.
¿cuándo fue la última vez que le cediste tu asiento a una señora o persona de la tercera edad en el transporte público? ¿cuándo fue la última vez que, mientras manejabas tu coche, le diste paso al peatón, recordando esa regla básica de la civilidad? ¿cuándo fue la última vez que ayudaste a un viejito a cruzar la calle? ¿cuándo fue la última vez que separaste tu basura? ¿le has dado por lo menos un vaso con agua a la gente que llega a pedir ayuda a tu casa? ¿das los buenos días/tardes/noches cuando te topas a tus vecinos?
Son cosas tan sencillas, que no requieren grandes manifestaciones, pero que en el momento que las haces puedes ver ese pequeño impacto, normalmente representada en la cara de incredulidad de la gente ante el hecho de que alguien esté retomando este tipo de acciones.
Pueden parecer simples, pueden decir que no ayudan en nada. Pero si tenemos esta idea de que los políticos nos quieren chingar, ¿por qué chingarnos nosotros mismos?
Los cambios se pueden, pero toman tiempo, y mientras esperamos podemos poner nuestro granito de arena con cuestiones tan sencillas pero con un gran impacto,
Parafraseando una frase que me gusta mucho de El Señor de Los Anillos, solamente puedo decir que "hasta las acciones más pequeñas pueden cambiar el curso del futuro".