jueves, 26 de julio de 2012

Esos juegos de la mente


¿Alguna vez se te han mezclado los recuerdos? No sé cuándo comencé con esa tendencia, tal vez la he tenido siempre, pero la primera vez que lo recuerdo bien iba en un camión en Villahermosa. Tenía poco de haber regresado a vivir allá, después de mi aventura post universidad en Los Ángeles, donde viví un par de meses. Iba creo que al cine o algo. El camión en que viajaba cruzaba una de las avenidas principales de la ciudad, cuando de pronto mi mente dio un salto radical, y por un momento pensé que estaba otra vez en California, camino hacia mi centro comercial favorito a una tarde de películas, café y libros. Obviamente las calles no tenían nada de parecido, pero el sentimiento fue ese, y por un breve instante los dos lugares eran idénticos, pero solo por un segundo, después las diferencias, el tiempo y la realidad volvieron a hacerse palpables.
Es normal que siempre haya detalles que nos lleven al pasado. Una canción nos recuerda una escena determinada de nuestra vida, un olor nos hace sentir cercana a una persona lejana, el sabor de algún dulce o comida nos hace rememorar a nuestras abuelas, madres o simplemente la infancia.
Pero ¿qué pasa cuando los recuerdos vienen de la nada? ¿Cuando el ayer y el hoy se vuelven una amalgama extraña y por un par de segundos perdemos la percepción de dónde estamos?
La escena que describí no es la única, ya estando en Puebla en muchas ocasiones la ciudad se me ha mezclado tanto con Villahermosa como con Los Ángeles. Hace unos días iba en un taxi sobre la 31 Poniente y por un momento pensé que iba sobre la Avenida Gregorio Méndez a ver a un amigo en Tabasco.
Lo peor es cuando no solo se nos mezclan los lugares, sino los recuerdos. Cuando esa noche que te prometiste que nunca olvidarías sigue viva en tu memoria, pero hay momentos en que no recuerdas si la viviste con tu actual pareja, o la anterior, o la anterior.
La revoltura de sentimientos y personas que los provocaron normalmente me dan en las depresiones, cuando termina alguna relación o seudo relación (de esas que se me dan mucho), en ese momento de recuento de los daños regresan peleas, lágrimas y dolores del pasado, se mezclan con las nuevas y debo pasar un buen rato clasificando a quién le corresponde cada cosa simplemente para no volverme loca.
Cuando se nos mezcla el pasado, el presente y cosas que nunca pasaron, ¿qué nos quiere decir nuestra mente? ¿qué juego enfermo es ese, esa sopa de letras con fotografías de nuestra vida que debemos ordenar?
Tal vez es de esas cosas que le dan sabor a la vida, y tal vez no es tan común que ese tipo de mezclas se nos den, pero sé que me esperan muchas noches en las que sentiré el foco de la luminaria que da directo a mi ventana de Villahermosa, o mañanas en las que me levantaré con la idea de que tengo que pasear a las gordas, como le diría mi tío a sus perritas, y luego ese sentimiento se esfumara con la promesa de regresar más tarde.

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