miércoles, 18 de julio de 2012

El complejo de Edipo del héroe arácnido



Mi relación con Spiderman oscila entre el odio y el amor. Por un lado se me hace un superhéroe muy interesante, uno de los pocos que muestra un lado más humano y que atrae a los jóvenes por el asunto de la edad, además, bueno, es fotógrafo y siempre y una historia donde hay alguien relacionado con la prensa me engacha.
Sin embargo, me frustra este personaje arácnido. He de confesar que he leído pocos comics solamente de él, pero soy fan de una saga de Marvel que solamente puede definirse como ÉPICA: Civil War. En esta participaron absolutamente todos los comics y superhéroes de la firma Marvel, cada uno seguiendo determinadas líneas de sus historias propias, pero todos se relacionaban por el tema de un registro que implementa el gobierno de Estados Unidos para que todos los héroes encapuchados y mutantes hagan públicas sus identidades secretas.
Esto genera una división en el mundo de los héroes, por un lado los que están a favor, encabezados por nadie más que Tony Stark, y quienes se pasan al lado rebelde y buscan mantener su identidad y poder seguir haciendo su trabajo como lo han hecho hasta el momento, liderados por Capitán América.
El tema aquí no es hablar acerca de esta división entre los dos cabezas de The Avengers, la cual es una de las cosas más maravillosas y tristes que he leído en comics, sino del papel que juega Spiderman en esta historia.
Empiezan las divisiones, y qué hace el chico bicho, se va del lado de su nueva figura paterna, Iron Man, dándole la espalda al resto del equipo de superhéroes, a quien ahora él ayuda a cazar.
Comprendo que el chavo tenga sus frustraciones emocionales, padres y tío muertos, y que necesite refugiarse en el primer paquete de testosterona que le hable bonito y le diga “hijo”, pero dejar por eso al equipo con el que has tenido miles de batallas, simplemente no me entra en la cabeza.
Sí, ya entrada la historia el hombre vuelve al camino correcto y se une a la insurrección, pero son muchos tomos en los que no, y ahí anda de perro de Tony Stark, que igual lo amo, pero en Civil War amo odiarlo.
Todo este contexto es sólo para presentar mi percepción de The Amazing Spiderman. Este reboot de la saga de películas que se han sacado sobre el Hombre Araña nos presenta una faceta diferente, no la de los padres muertos, sino los que se exilian para evitar poner en riesgo a su hijo, un Peter Parker más de preparatoria, juvenil y jovial, dejamos de lado a Mary Jane para conocer a Gwen Stacy, etcétera.
Pese a los cambios, la película sigue exactamente lo mismo: Peter Parker buscando un reemplazo de padre. Primero su tío Ben, que para todos los que conocen la historia saben cómo acaba eso. Luego el doctor Connors, quien acaba transformándose en su enemigo. Por un momento se busca refugiar hasta en el padre de su propia novia, Gwen.
Una vez más digo, comprendo que seas huerfano, ¡pero toma el ejemplo de Batman! Él no anda refugiándose en las faldas de The Joker solo porque necesita quien le enseñe ser hombre.
La película en sí es entretenida, tiene momentos chistosos, si mantiene la atención de la audiencia, tiene buenos efectos. En sí, una buena película de superhéroes, lo admito y se lo otorgo. No la mejor, pero muy disfrutable.
Por último, y no puedo dejar de mencionar esto, tiene uno de esos clichés del cine comercial estadounidense, que simplemente me crispan. En un momento en el que Spiderman está casi desahuciado, unos constructores deciden abrirle camino, todos muy unidos y muy the american way, ¿y cómo lo resaltan? Con una toma muy breve, pero muy clara de los señores caminando con la bandera de estadounidense a sus espaldas.
Fuera de esa toma de un segundo, la película es buena, ah, y tiene uno de los mejores cameos de Stan Lee que he visto en mucho tiempo.


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