Muchas veces para poder construir algo nuevo es necesario derribar toda una estructura existente, tirar todo para poder empezar de cero; sin planearlo, sin siquiera esperarlo fue el caso de Jean Luc Colbert, un joven de 24 años que, viendo en retrospectiva, afirma tenía una buena vida, hasta el martes 12 de enero, en que un temblor de 7.0 grados literalmente derribó su mundo, dándole la oportunidad de reconstruirla.
“Ese día estaba en casa de un amigo, cuando la tierra empezó a saltar” narra Jean Luc semanas después del temblor; “al principio no sabíamos qué estaba pasando, así que salimos y empezó más fuerte, vimos que la casa estaba bailando, pensamos que se iba a caer”. Cuando paró el primer temblor, entraron una vez más; todavía no habían logrado entender lo que había ocurrido cuando la tierra empezó a sacudirse una vez más; “volvimos a salir y nos fuimos a un campo de fútbol que estaba cerca de la casa, entonces empezó más fuerte otra vez, pensamos que era el fin del mundo”.
Al principio le cuesta un poco hablar de la devastación en las calles, la cual compara como una escena de la Segunda Guerra Mundial, como si alguien hubiera bombardeado la ciudad y destruido todo. “Había mucha gente que perdió todo; conozco a un hombre que se salvó sólo porque salió a comprar una Coca Cola, toda su familia murió, su mamá, su papá, su hermana, su hermano más chico, perdió todo”, recuerda con dolor el joven mientras considera que él y sus amigos tuvieron suerte, ya que pudieron salir de la casa a tiempo, lo cual muchas personas no lograron hacer; “había gente muriendo dentro de las casas, gente que no había salido, todo olía mal, algunas personas estaban siendo comidas por perros y cerdos”, continua Jean Luc.
En los días que siguieron salía lo menos posible de su colonia, ya que le daba miedo y dolor ver a la gente que estaba muriendo, gente que había perdido brazos y piernas, a la espera de atención médica que no llegaba, “no había hospitales, el hospital de mi área estaba destruido, los doctores no eran suficientes”. Otra razón por la que casi no salía a la calle era la inseguridad que había, ya que con el temblor se derrumbó parte de la prisión de Puerto Príncipe, dejando libres a muchos convictos; “actúan como monos, quieren tomar todo lo que puedan, cuando salieron intentaron matar a la gente que nos estaba ayudando, para poder quedarse con las cosas”, dice con cierta molestia.
“Un problema muy grande es la coordinación, porque hay mucha gente que quiere ayudarnos, pero no hay un contacto o alguien que distribuya la ayuda” señala Jean Luc; también habla acerca de las dificultades que tenían para encontrar alimentos, y como, hasta el momento en que él salió de Haití, había personas que todavía no recibía ningún tipo de ayuda. “Había un tipo de unidad entre la gente” dice, “porque después de que pasó ya no había gente rica ni pobre, todo el mundo estaba viviendo juntos en los lugares donde nos llevaban la ayuda”.
Hace un par de semanas, gracias a la ayuda de la Cruz Roja, Jean Luc pudo salir de Haití para reunirse con su madre y su hermano en Villahermosa, y empezar una nueva etapa de su vida, pero sin olvidar todo lo que le tocó ver al dejar su país. “El Haití que dejé es un país destruido, en el que la gente se pregunta qué hará ahora, no tenían esperanza” finaliza Jean Luc, a cinco días de haber llegado a Tabasco, a punto de empezar el proceso de reconstrucción que inició con el temblor que derrumbó su mundo.
Me agrada... De pocas cosas que me has dado a leer, como que ya se empieza a vislumbrar en el horizonte el Chanke's style jejeje. Un abrazo chaparrita.
ResponderEliminarMario