Hoy mi hermana me dijo “de pronto me siento mal de no ser patriótica”, esto relacionado con una apatía que tenemos en nuestra casa en lo que respecta a las celebraciones de la independencia y revolución; nunca hemos sido de decorar, ni de hacer los grandes festines tradicionales.
Ante el comentario de mi hermana, no pude más que ponerme a reflexionar ¿qué significa ser patriótico? En lo personal, a pesar de mi falta de ropa y accesorios tricolores, mi constante inasistencia a las celebraciones del grito, y mi reacción medio plana con respecto a los resultados de la selección mexicana, me considero tan patriota como muchos.
Ser patriota no es pintarse la cara de verde, blanco y rojo; no es ir a la basílica a rezarle a la Virgen cada 12 de diciembre; no es llorar cada que la selección pierde un partido de fútbol; no es aceptar el pan y circo que nos da año con año, en cada ocasión posible, la gente en el gobierno, para calmar y distraer a la gente de lo que pasa en la realidad cotidiana.
Para mí, ser patriota es ser consciente del país en el que vivimos, de las carencias y las cualidades de México (a pesar de que, muchas veces, estas últimas son difíciles de ver); es estar dispuestos a ayudar a mejorar la realidad desde nuestras trincheras, ya sea desde el salón de clases, el consultorio médico, la redacción de un periódico, en casa educando a nuestros hijos; es buscar hacer un cambio, por mínimo que parezca, para que mañana la cosa no se vea tan mal como antes. Es estar dispuestos a alzar la voz y reclamar ante las injusticias, es pararse y decir “¡basta!”.
Ser patriota no es saltar envueltos en la bandera, es simplemente buscar cómo ayudar para hacer ese cambio que hace falta, desde tirar la basura en el lugar adecuado, hasta luchar por el cambio en las estructuras de gobierno, que tanta falta nos hace.
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