Hace unas semanas se dio un debate acerca del cambio en la cuenta de Twitter del presidente Felipe Calderón. Se habló acerca de como esto pudo ser una respuesta a las fuertes críticas que recibía el mandatario de sus followers en la popular red social, otros que se quería separar de cierta forma de los comentarios hechos días antes.
Lo que sorprendió a muchos es que se dio de un día para el otro; de pronto, la cuenta @presidente_FCH eliminó tanto tweets como seguidores y sólo dejó un mensaje dando la cuenta “oficial”, @FelipeCalderon.
La versión oficial dice que Calderón quería iniciar el proceso de verificación de personalidad de Twitter, pero como no recordaba la contraseña, le pidió ayuda a un especialista de la red social para hacer los cambios, y ya que tenía la verificación, aprovechó para cambiar su cuenta.
Esta versión suena coherente y calmó algunas de las voces que se levantaron con esta modificación, pero en lo personal, la encuentro más preocupante que la teoría de censura y autocensura por parte de la presidencia. Analicémosla por un segundo: nos están diciendo que Felipe Calderón no recordaba la contraseña que él mismo puso para su cuenta de Twitter, más que nada porque accesaba desde su BlackBerry.
¿No suena preocupante el hecho de que el destino de nuestro país, las decisiones políticas y económicas de una nación estén en las manos de alguien que no recuerda su contraseña? Digo, a todos nos pasa, yo he batallado infinidad de veces en encontrar mis contraseñas de cuentas que no acceso con frecuencia, por eso doy gracias a que soy responsable de mi y no de otra persona, menos aún de un país entero.
Hay muchas opciones a la hora de elegir una contraseña para alguna cuenta en línea como repetir alguna usada en otro sitio, usar cosas comunes para nosotros, fechas, teléfonos, nombres; y todavía aún, se pueden apuntar.
Más que enfocarnos al hecho de que cambió la cuenta, aquí lo importante es que, si es cómo dicen, que el presidente OLVIDÓ su contraseña, deberíamos preocuparnos de qué otras cosas habrá olvidado el buen presi.
Jeje, Calderón no es santo de mi devoción pero, en la disyuntiva de si debo confiarle un país a alguien que olvida cosas no veo porqué no. Un olvido es una cuestión de distracción, mientras que un acto de corrupción es una acción deliberada. No creo que tenga implicaciones morales un olvido, aunque quizás implique descuido o descortesía (dependiendo los casos) no me atrevería a juzgar la capacidad de una persona para llevar a cabo una tarea basándome en si recuerda su cuenta del twitter. Honestamente yo creo que fue una excusa para censurar los comentarios, la cual no fue tan fuertemente rebatida por una comunidad de personas entre las que el olvido de la contraseña no es algo imposible.
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