Por cosas de la vida me ha tocado vivir escenarios parecidos en dos momentos y lugares diferentes.
En septiembre de 2008 viajé a Los Ángeles para pasar una temporada en casa de mi tío Francisco. Llegué en el momento en el que el clima político estaba a todo lo que daba: los candidatos presidenciales acababan de presentar a sus parejas de formula (Barack Obama anunció a John Biden como su candidato a la vicepresidencia, y John McCain hizo lo mismo con Sarah Palin); en un aspecto más local, en California se encontraba el debate por la Propuesta 8, la cual buscaba apelar el decreto aprobado meses antes que legalizaba el matrimonio entre personas del mismo sexo en el estado. El día de las elecciones llegó, la gente eligió al primer presidente negro de Estados Unidos, y en California se aprobó la proposición, lo cual generó una serie de reacciones de parte de grupos defensores de los derechos de los gays (ahondo un poco más en el tema en este post http://chaneks.blogspot.com/2008/12/proposition-8.html ).
Regreso a México, y al cabo de unos meses me encuentro con que se empieza a dar el mismo debate acerca de los matrimonios gays en la Ciudad de México, lo cual ha repercutido en reacciones de partidos políticos, iglesias, personajes televisivos (tenemos que recordar las “brillantes” opiniones de Esteban Arce http://www.youtube.com/watch?v=g3vHlS1hr5E ), y muchas otras personas más. Los que abogan por los “valores morales” y el “respeto a la familia” parecen ignorar que en muchas ocasiones sus “líderes” son descubiertos en actos de pederastia, las familias presentan cuadros de violencia intrafamiliar, madres sumisas o solteras, padres alcohólicos, hijos abandonados, explotación infantil y un sin fin de problemas más.
En una ocasión una tía me decía que su problema es que no sabe cómo explicarle a su hijo de 6 años por qué los hombres de pronto se visten como mujer, o son amanerados y se besan con otros hombres; es un punto de vista muy respetable, pero siento que la respuesta es sencilla: “de la misma manera que le explicas que él, por ser niño, tiene pene, y una por ser mujer tiene vagina; de la misma manera que le explicas de dónde vienen los bebés, por qué su mascota murió y todos esos temas difíciles para los padres: hablando”. Las personas que no logran entender (o no quieren entender) el tema homosexual y se escudan diciendo “hay que pensar en los niños” tienen que recordar algo: esta generación que viene, los niños más chiquitos, están creciendo en un escenario social y político diferente al que crecieron ellos, por ejemplo, están entrando a un mundo donde lo más normal es que haya al menos una computadora por casa, cuando en sus tiempos las computadoras eran casi cosas de ciencia ficción.
A lo largo de todas las discusiones no puedo dejar de pensar en algo que dijo el periodista estadounidense Keith Olbermann cuando fue aprobada la Prop 8: “No es una cuestión de política, no es una cuestión de religión, es una cuestión de amor”. ¿Qué derecho podemos tener para negarle a otro el expresar su amor hacia su pareja?
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