sábado, 30 de junio de 2012

Scott Pilgrim y el manual para las relaciones amorosas...



Todos tenemos equipaje emocional, ya sea por nuestras propias inseguridades o por las malas experiencias del pasado, pero siempre al entrar en una nueva relación amorosa es importante poner todo de frente, y estar dispuesto a luchar con los demonios internos tanto del nuevo compañero/a y de uno mismo.
El problema es cuando el pasado de tu nueva novia viene a querer matarte.
Esta es en sí la premisa de Scott Pilgrim Vs. The World, película basada en el comic del mismo nombre escrito por Bryan Lee O'Malley, en la cual Scott (Michael Cera) tiene que luchar en contra de los siete ex's de Ramona (Mary Elizabeth Winstead) para poder mantenerla a su lado.
La historia tiene infinidad de referencias a comics, videojuegos, grupos musicales, lo que la hace un ícono de la cultura geek en general.
Más allá de las peleas entre el personaje principal y sus enemigos, en donde salen a relucir espadas y movimientos de artes marciales impresionantes, además de estar representados como enfrentamientos de videojuegos clásicos, la historia se puede ver en un plano más realista.
Cuando conocemos a una persona que nos atrae y entablamos una relación, tenemos que enfrentarnos a su pasado, a los recuerdos de las otras parejas, quienes pueden llegar a amenazar la relación simplemente por el impacto que dejan en cada uno.
Las parejas más viejas son las más fáciles de derrotar, pues si bien siguen en la memoria ya no están tan aferrados, pero mientras más reciente es la relación más complicada se vuelve la lucha.
Es cuando nos enfrentamos al ex inmediato, la persona con la que anduvo el objeto de nuestro interés antes de nosotros cuando la cosa se vuelve más difícil, pues los recuerdos siguen latentes y siempre tendrán una forma de meterse en la cabeza.
Es así, como Scott elimina uno a uno a los ex novios, hasta que aparece Gideon, el hombre que le rompió el corazón a Ramona y ella regresa.
Al final, Scott enseña a los espectadores una pieza clave para cualquier relación: para poder luchar por alguien más, tenemos que luchar primero por nosotros mismos, por sanar las heridas que traemos para poder entrar de lleno en otra relación. En sí, tenemos que recuperar ese amor propio antes de manifestar amor por alguien más.
Y esto es solo en referencia al pasado de Ramona, pero Scott no se queda atrás. Mientras se desarrolla la historia vamos conociendo de su pasado, de la chica que le rompió el corazón, y las cicatrices que esto le deja, como la inseguridad por su cabello largo. 
Ese es uno de los elementos fundamentales que, a mi parecer hacen de Scott Pilgrim una historia que vale la pena leer, o por lo menos ver en la película, ya que logra combinar lo geek con lo emocional, lo cual es la receta perfecta para esta geeky little girl.

miércoles, 27 de junio de 2012

Un buen reportero es...



Por cuestiones personales llevo un par de días preguntándome qué es lo que hace a un reportero bueno, un poco en una postura de autocrítica al trabajo que llevo desempeñando, de manera formal, desde hace poco más de un año.
Hoy, en un arranque de ocio, y de ganas de dejar de pensar en otras cosas, le hice a dios esta pregunta -uso la palabra “dios” con minúscula para no afectar susceptibilidades pues me refiero a la deidad moderna Google- y su respuesta coincidió con el precepto que tengo.
El primer link que me apareció correspondía a una entrevista que se le hizo a una periodista chilena Mónica González en la cual ella detalla que: “ojos y oídos bien abiertos y sin anteojeras, convicción de que eres una herramienta de los ciudadanos para informarse y un ego bien domesticado”, son las características de un buen reportero.
Además, llamó la atención su explicación sobre para qué sirve el periodismo: “Para que los ciudadanos no se queden sordos, ciegos y mudos a merced del poder y el crimen organizado”, lo cual aplica para los tiempos electorales y la realidad en general del México en el que vivimos.

En otro link me encontré una lista que he decido pegar en la puerta de mi cuarto, como un recordatorio constante. En este sitio, se hace una breve reseña de un libro sobre el periodista Javier Restrepo, quien ha enfocado mucho de su trabajo en los análisis éticos de esta profesión.
Con base a sus conocimientos, y posturas de otros grandes reporteros, Restrepo generó el siguiente decálogo:
El buen periodista debe ser, ante todo, una buena persona;
El buen periodista debe estar orgulloso de su profesión;
El buen periodista tiene un sentido de misión en su ejercicio profesional;
El buen periodista es un apasionado por la verdad;
El buen periodista es autocrítico;
El buen periodista elabora conocimientos y los comparte;
El buen periodista hace periodismo con un objetivo;
El buen periodista tiene el sentido del otro;
El buen periodista es independiente;
El buen periodista mantiene intacta su capacidad de asombro.

¿A dónde me lleva todo esto?
Bueno, tomando en cuenta esto, solo queda preguntarme ¿cómo voy?
Antes que nada, doy gracias a que en ninguna de las descripciones que leí del buen periodista se mencionaba el tener un “temperamento controlado”, porque en ese caso yo hubiera quedado fuera de la clasificación hace mucho.
Decir que uno es bueno o no puede ser un arma de dos filos. De responder lo primero se puede llegar a sonar egolatra; de responder lo segundo uno es su propio peor enemigo.
En mi caso, sólo puedo decir con seguridad que cumplo con al menos dos características del decálogo: estoy orgullosa de mi profesión y soy autocrítica, aunque si, lo acepto, muchas veces soy demasiado crítica y tardo en perdonarme los errores que llego a cometer.
Más que definir si entro en la clasificación de una “buena reportera”, esta duda va más en el sentido de encontrar líneas, ideas que me ayuden a mejorar, a pulir esos pequeños detalles que me faltan, porque sé que hay un largo camino por recorrer, y esta profesión es un aprendizaje diario.

sábado, 23 de junio de 2012

De Thriller y tiempos más sencillos


Podrá sonar raro el comentario, pero pese a lo trillado Thriller de Michael Jackson es una canción muy buena. La letra y la música tienen una simpleza que a la vez representa un gran ingenio. Ya sé, la vida de Jackson estuvo llena de muchos dramas y escándalos, pero hay que aceptarlo, no por nada el hombre fue lo que fue.
Ayer iba en un camión rumbo a mi casa, cuando escuché la canción por la millonésima vez en mi vida, pero está fue de las pocas veces que la aprecié, ¿la has escuchado con calma? La música no cambia, sigue la misma tonada a lo largo de los casi seis minutos que dura, y la letra no es más que un homenaje a todas las películas de terror que han encantado a generaciones, para rematar con una excelente línea para ligarse a alguien. Simplicidad y genialidad en su máximo exponente.
¿Por qué lo digo? Porque a diferencia de la música que se escucha hoy en día, no requiere de grandes efectos, ritmos acelerados y cachondos ni letras que giran en torno a salir y cogerse a todo lo que se mueva o ponerse hasta las manitas de borracho. Con su simplicidad, la canción logró hacer bailar a millones en los ochentas en las discos, fiestas y demás, para lo cual Britney Spears requiere encuerarse e invitar a la gente embarrarse unos a otros para alcanzarlo.
Escuchándola, la canción me hizo recordar tiempos más sencillos, no sólo en el ámbito de la música, sino en mi vida personal. Automáticamente mi mente viajó a mi infancia, y la primera imagen que se proyectó en mi mente fue mi especial de Halloween favorito: Garfield y Odie vestidos de piratas intentando encontrar un tesoro escondido pero terminan siendo acosados por fantasmas.
Sin embargo, pese a mis intentos, no logré recordar más momentos así de sencillos de mi infancia, la cual considero un poco plana y sedentaria, pero mi mente dio un brinco de muchos años, aterrizando a exactamente hace un año.
El 22 de junio del año pasado, para ser precisa. De acuerdo a mis estimaciones, ese día fue cuando me robaron mi computadora subiéndome a un camión. Tenía poco menos de tres meses de haber regresado a Puebla a trabajar, y dos meses cumplidos laborando en medios.
En ese momento no me di cuenta, y creo que es hasta ahora que lo hago, pero en ese momento cambiaron muchas cosas.
Aprendí que bien o mal, pese a los amigos que sé que me apoyarán, estoy lejos de casa y eso implica estar sola, por lo que hay que buscar la forma de sobrellevar ciertas cosas. Aprendí a ver con otros ojos a una persona que se volvió especial para mi. Aprendí a que pese a que te caigas, tienes que sacar el trabajo adelante, y arreglar los asuntos sobre la marcha. Y sobretodo, aprendí que mis especiales tengo que respaldarlos.
Si bien ese junio ya mi vida había cambiado radicalmente a lo que era, seguían siendo tiempos más sencillos a lo que es hoy en día. Sé que la Shanik que se quedó llorando a mitad del bulevard por su computadora no es la misma que hoy escribe estas líneas, aunque sé que aún hoy en día haría lo mismo.
¿Qué le diría a esa versión de mi? Prepárate para un año lleno de estress, trabajo, desveladas, sufridas, mal comidas, lagrimas, muchas lagrimas, corazones rotos, pleitos, encuentros con excelentes compañeros y amigos. En sí, prepárate para vivir uno de los mejores años de tu vida.
Y sí, muchas veces quisiera regresar a esos tiempos más sencillos, en los cuales canciones como Thriller se convertían en clásicos sin necesidad de exagerar, en los que mi mayor preocupación era a dónde salir por las noches, pero son las pequeñas complejidades de la vida las que les dan sabor, esos retos que tenemos que superar día a día.
Es bueno recordar esos tiempos, pero no cambio por nada lo que estoy viviendo ahora, y si quiero viajar de regreso a ellos, solo tengo que recurrir a Michael.