domingo, 29 de mayo de 2011

Valeria

¿Por dónde debo empezar? Tal vez por el principio, me llamo Valeria, no soy una ninfómana tal cual, simplemente me gusta acostarme con hombres mayores. Bueno, ni tan mayores, no digo que me gusten viejitos y decrépitos, de entre 8 y 19 años más grandes que yo me encantan; esos que tienen canitas escondidas me vuelven loca.
No es que tenga algún conflicto de Electra con mi padre, siempre tuve una relación muy amena con él mientras crecía y hasta la fecha, simplemente es la sensación lo que me atrae. Algunos entran a la política para sentirlo, yo me fui por el camino fácil. El poder. todo es una cuestión de poder.
No hay nada más que haga a una niña de 13 años sentirse poderosa como el tener a sus pies a un chico de 20, rogándole por un beso más. En algunos lados eso podría considerarse ilegal, y creo que fue lo que me atrajo en un principio, el peligro, el rush de pensar "chale, si me encuentran con este chavo se lo llevan al bote y a mi me mandan con una psicóloga", el truco es estar un paso adelante de tus papás.
Cuando llegué a la edad legal, ya los chicos de 26 se me hacían muy "niños", y fue cuando encontré a mi primer treintañero. Pueden decir lo que sea, pero no hay nada como la experiencia y sobre todo el ver a un hombre recién divorciado que cambia el día que tiene para ver a sus hijos, con el fin de poder verte sin calzones.
Todo este tiempo sólo he tenido una regla "nunca conocidos". Imagínate el chistesito que sería estarte agarrando a tu maestro de la preparatoria o al mejor amigo de tu papá, y tener que verle la cara de embobado tan seguido, ¡que flojera!.
No es que nunca haya intentado tener algo con alguien de mi edad, hay ocasiones en las que me canso, en las que digo "esta bien, quiero bajarle a esto, quiero un novio con el que pueda ir al cine sin tener que esconderme", pero a la primera que siento algo seguro me aburro. Es la adrenalina, es el poder, esas son las drogas más poderosas que existen. El saber que tienes en tus manos tu futuro, el de tu pareja y su familia, te obligan a ser inteligente.
Aunque eso debo aceptarlo, es mucho más sencillo con los solteros. Los casados te ven como su pase de salida de la cárcel, te empiezan a prometer que dejarán a su mujer por tí, y se vuelven niñitos de secundaria con manito sudada. A la primera de esas propuestas corro y cambio mi número de teléfono. Los solteros en cambio, te dan más oportunidad de ser carbona, y les gusta.
Tampoco es que sea de piedra, si me he llegado a clavar con alguno. Hubo uno en específico, un dj, 36 años, una de esas miradas que te penetran hasta el alma y bueno, digamos que en general penetraba profundo. Como buen conocedor de música, supo las melodías para calmar a la fiera. Fueron unas semanas intensas, deliciosas, unas pláticas como nunca, pero no duró. Curarme de él fue difícil, tardé cerca de un mes en encontrar a otro con quien sanarme esas heridas. En mi fuero interno, sigue siendo el master.
¿que si algún día pienso casarme? no lo sé. he probado un poco de todo, ¿sabes? el infeliz, el que ama a su esposa, el que dejaron, el que dejó, y no es que tenga miedo que me la apliquen y me abandonen antes del primer año, es el hecho de que yo lo haga, digo, me conozco, y en verdad no soy tan perra como pareciera, sé que no hay tanto semen en el mundo como para pegar con corazón roto.

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