Nadie resiste una buena telenovela, hay que aceptarlo. Me confieso culpable de, si no bien seguir paso a paso todo lo que se desarrolla en torno al caso de Kalimba, si me impacto con los muchos giros que ha dado la historia. Que si la violó, que si la chava es santa e inocente con un novio golpeador, que Kalimba es un desgraciado, que Taily dice que Dayana esta loca, y un muy largo etcétera.
¿A dónde nos llevarán los escritores ahora? Ya agarraron al cantante, ¿será que cumplirán el sueño de mi hermana y el mío y nos traerán a los agentes Benson y Stabler de La Ley y El Orden UVE? Digo, es lo último que nos falta en una historia que ya raya en lo risible y surrealista, en vez de ser un caso de violentación, no tanto física contra uno u otro de los implicados, no soy juez ni perito, por lo que no es mi trabajo hablar de eso; la violentación de la que hablo es la mediática.
Desde la entrevista con Loret de Mola, y un par de días antes, he estado sentida y dolida con esta profesión que amamos y cómo es manejada en México: el periodismo. Unos dos días antes de la pseudo entrevista en el noticiero de Televisa, fue la muerte del papá de Paulina Rubio, un momento más que difícil para cualquier persona, en donde los “reporteros” de diferentes medios de espectáculos (no digo todos) al parecer olvidaron su condición de humanos y se convirtieron en aves de rapiña buscando la mejor imagen, la declaración más sangrienta y dolorosa para presentar como niños orgullosos en clase. Cuando veía esas imágenes no pude sentir más que asco. Hasta que llegó la “entrevista”.
Hace unos años, cuando estaba en la universidad y formaba parte de un pequeño semanario llamado La Catarina, entró un chavo que quería ser reportero. Entre sus primeras asignaciones se le dejó hacer una entrevista al equipo de Ultimate Frisbee. Una tarde llegué a la oficina y veo que miembros del equipo editorial estaban molestos escuchando la entrevista; un tema que no tenía tanta complicación, el reporterillo en cuestión lo manejó como si estuviera frente a un asesino o algo por el estilo, más que preguntando atacando sin parar al entrevistado, sin dejarlo contestar y dando vueltas sobre la misma pregunta tonta.
Esa era la imagen que ese chico tenía de lo que es el periodismo, y sinceramente no lograba comprender el por qué. Me tomó cerca de 4 años y escuchar el interrogatorio de Loret de Mola al cantante Kalimba para entender, que son estas imágenes públicas que no sé dónde aprendieron a agredir a sus fuentes de información, los que aumentan el desprestigio de esta profesión. O a ver, si estoy mal, que alguien me diga ¿qué información nueva y útil en este caso aportó a las audiencias la entrevista? Levanten la mano, por favor.
Creo que fue por eso que el puppet master detrás de este caso decidió que la entrevista de la chica Taily se diera en otra televisora, para no verse tan gandallas y repartir un poco la atención mediática, digo, no vaya a ser que las personas busquen tema de verdad importante en otro lado, mejor mantenerlos entretenidos; no sólo eso, que la entrevista se dio en un programa de CHISMES más que en un noticiero. Eso nos da a entender que esto ya es un chisme de lavadero más que un tema noticioso de importancia (por si a alguien tenía la duda todavía).
Como mujer, me encantaría que este tipo de seguimiento mediático se diera con respecto a cualquier agresión contra mujeres; ¿algo se dice de los feminicidios, ya no tanto de Juárez, sino del Edomex? ¿cómo va el seguimiento de los asesinatos de las activistas en Ciudad Juárez?