Una noche más entre tus brazos y piernas, un segundo más para respirarte y saborearte, no pido más. Con estos abrazos furtivos puedo sobrevivir, con dosis intensas de ti, con bocadillos tomados de tu cuello, espalda y muslos, para después verte de las sábanas y almohadas y sonreirte a la distancia, sin que nadie sepa, sin que nadie imagine, que tu eres mi sonrisa y yo la tuya, que mi ardor entre las piernas es tu marca, y tu espalda sigue húmeda por mi lengua.
Te quiero así, por partes y de permanencia voluntaria, pues tenerte de fijo sería un peligro, una sobredosis y mi perdición. Te necesito en momentos asilados, para enredar piernas, brazos, lenguas y cuerpos, para después de ser uno, ser dos, simplemente ser.
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