De un tiempo para acá me he vuelto fan
de los eufemismos que usan los políticos, gobernantes, autoridades,
o como les quieran llamar, para darle la vuelta a las cosas y hacer
tontos no sólo a los ciudadanos, sino a los propios reporteros que
coleccionan las declaraciones que se acumulan en sus grabadoras.
Uno de los primeros, que siempre
presumo al ser uno de los mejores juegos de palabras son los
Proyectos de Prestación de Servicios (PPS), los cuales, por
definición consisten en la firma de un convenio a largo plazo entre
un ente de gobierno y un inversionista privado para brindar un
servicio público, como sería la construcción de infraestructura o
otro tipo de atención que requiera la población, y las autoridades
se comprometen a pagar en el largo plazo el servicio brindado por la
empresa (más detalles
http://www.shcp.gob.mx/EGRESOS/ppi/Paginas/Preguntas_Frecuentes.aspx).
Si se analiza el significado de este
tipo de convenios, estos se pueden considerar como una deuda, si se
toma en cuenta lo que dice el diccionario de la Real Academia
Española: “Obligación que alguien tiene de pagar, satisfacer o
reintegrar a otra persona algo, por lo común dinero”.
Pero, ¡oh, Jebús te ayude si publicas
la palabra “deuda” al referirte al PPS firmado por el gobierno de
Puebla para la construcción del Centro Integral de Servicios, ese
juguetito de cerca de tres mil millones de pesos que Rafael Moreno
Valle inauguró en su segundo informe de labores! Antes de que la
nota esté publicada ya tienes en tus manos una carta aclaratoria del
área de Finanzas del ejecutivo estatal, en donde se puntualiza que
un PPS no es una deuda.
Juegos de altura con el teleférico
de Puebla
Ahora hay un nuevo juego de palabras
que me tiene cautivada. Desde septiembre de 2012 empezaron los
rumores, “el gobierno del estado quiere construir un teleférico en
la zona de los fuertes”. Primero pensé que era una broma, un
borregazo soltado entre copas que alguien tomó en serio. Hasta que
se volvió serio.
Un día, de buenas a primeras una casa
del Barrio del Artista, en el corazón del Centro Histórico, fue
demolida para construir una de las bases del teleférico. Ahí vino
el primer eufemismo del gobierno del estado: “la casa ya no era
histórica porque hace unos años fue intervenida para la
instalación de un drenaje”. Si ese es el criterio, creo que ni las
pirámides son históricas, porque se han hecho instalaciones
eléctricas.
Al poco tiempo salió a la luz de que
la llamada Casa del Torno sí estaba dentro de catálogo de
monumentos del INAH; entonces salió el segundo juego: “bueno, la
reconstruiremos tal y como estaba”. ¿Será?
Pasa el tiempo, y un grupo de
investigadores logran obtener un amparo para detener las obras del
teleférico por sus daños al patrimonio. Sin embargo, la resolución
del juez fue clara, solamente se suspenden las obras que pudieran
afectar el inmueble ubicado en la calle 8 Norte número 414; sí, se
le dio protección a una casona que fue demolida meses antes. Los
demás trabajos pueden continuar.
Por parte del INAH, la dirección
nacional del instituto reconoce que no hay permisos, pero durante una
visita a Puebla, el titular del organismo, Sergio Raúl Arroyo uso el
mejor eufemismo del mundo: las obras están tan avanzadas que ya no
podemos echar para atrás el proyecto, pero vamos a vigilar que no
hagan más afectaciones.
Traducción: ¿quieren vaselina con
eso?
Pero quienes se llevan las palmas en
este juego de palabras son las autoridades municipales. Desde el
inicio han dicho “dimos permisos para trabajos preliminares, que
implica hacer trabajamos de limpieza, estudio y demás”.
Mantuvieron ese discurso mientras
demolían la casa, mientras se elevaba la estructura, mientras el
tema se lleva a la corte: “dimos permisos preliminares, no de
construcción”.
En una ocasión el propio secretario de
obras del ayuntamiento dijo en una entrevista que se les había
permitido iniciar los trabajos formales aún antes de pedir las
licencias de construcción, como una forma de ganar tiempo, solamente
hacían falta los cálculos estructurales y los permisos del INAH.
Poca cosa para una estructura de 70 metros de alto en zona de
monumentos.
Semanas después, el funcionario
rechazó haber dicho eso, y se mantuvo firme de que no se ha dado
autorización para el proyecto.
Ahora bien, la gran pregunta es: sino
hay permisos ¿por qué no han cancelado el proyecto?, eufemismo de
respuesta: “hay buena comunicación con el gobierno del estado y
estamos colaborando para que no haya problemas”.
Sin embargo, este fin de semana el
secretario soltó un juego de palabras muy interesante, que fue el
que me hizo ver que para ser gobernante hay que ser un experto en
decir lo que no quieres decir sin decirlo para poderte escudar.
El secretario dijo algo que el amparo
que obtuvieron los investigadores sólo detiene las obras en el
Barrio del Artista, y pueden continuar en los otros tres puntos que
son intervenidos.
Pero, el ayuntamiento no puede dar
permisos para una parte de la obra nada más; las autoridades
municipales no pueden fraccionar una obra, tal y como lo hizo la
autoridad judicial. O sea, en palabras más claras: aún cuando el
gobierno del estado tenga autorizado seguir con los trabajos en los
otros puntos del teleférico, estas obras no son legales ante el
ayuntamiento.
Aún cuando el secretario dijo
claramente eso, nadie vio el fondo: no hay permisos por parte del
ayuntamiento, no hay permisos por parte del INAH, pero van a seguir
la construcción.
Traducción: ¿quieren vaselina con
eso?
Los juegos de palabras de estos
nuestras autoridades, todos tienen la misma traducción “hagan como
quieran, que nosotros haremos lo que queramos”.
Torres en la zona de los furtes de Loreto y Guadalupe