miércoles, 2 de mayo de 2012

Cuando uno quiere hacer las cosas bien, pero las cosas quieren seguir mal

Desde pequeños nos enseñan (o por lo menos pretenden enseñarnos) a ser buenos ciudadanos, dar el asiento a la señora mayor en el camión, no tirar la basura en el suelo, cuestiones por el estilo que en la mayoría de los casos nos entran por un oído y se nos salen por la nariz, porque la otra oreja está taponeada se cerilla.
Pero ¿qué pasa el día que uno se despierta con ese sentimiento de querer hacer las cosas bien? Tan acostumbrada está la gente a que todo mundo hace las cosas de malas o con mala intención que luego no ven las cosas como verdaderos intentos por mejorar un poco las cosas. En lo personal esta semana he tenido dos experiencias, que me orillaron a volver a refugiar mis frustraciones sociales en este pequeño espacio.
Primero fue el lunes, Día del Niño. A eso de las cuatro de la tarde los portales de Puebla estaban atascados de familias que disfrutaban un desfile de botargas de caricaturas para los pequeños. La pobre que escribe estas líneas se dirigía a cargar gasolina, o sea, a comprar café para seguir redactando sus notas, cuando de pronto empiezo a ver mucho humo, lo cual era muy extraño teniendo en cuenta que estaba en la zona del Zócalo.
Después de hacer una inspección visual rápida noté que el humo salía de un bote de basura de los portales, muy cerca de donde se encontraban los padres de familia con sus niños viendo el desfile. Miré dentro y vi un papel ardiendo. Mi primera reacción fue correr en busca de agua, pensando en el riesgo que era eso para todos los presentes, podría no quemarse más allá del bote, pero el humo era suficiente para causar ciertos estragos.
Corrí al café, les pedí un poco de agua y regresé a vaciar un litro de agua en el bote. Al contacto con el líquido empezó a salir más humo, pero el fuego estaba controlado. En ese momento fue que vi con calma a mi alrededor, y vi no sólo a las familias viendo el desfile, vi un grupo de personas que simplemente estaban recargados contra la pared viendo mis esfuerzos por apagar el fuego, y fue cuando me pregunté ¿ellos estuvieron ahí viendo el humo y no hicieron nada?
El segundo caso fue esta mañana. Iba caminando tranquilamente por el centro de la ciudad, cuando de la nada uno de los botes de basura que recién instaló el ayuntamiento se cayó. La gente lo vio y siguió de largo, pero recordé lo costoso que eran esos botes y me dio un poco de culpabilidad no hacer nada, así que marqué al 072, supuesto número al que los ciudadanos pueden reportar cualquier falla en los servicios públicos.
Para empezar, el menú esta revuelto. Te brincan de la opción 2 a la 9, a la 3 a esperar en la línea si quieres ser atendido por un asesor. Dado que ninguna de las opciones hacía referencia a "servicios públicos" esperé a que una persona de carne y hueso respondiera la llamada.
La señorita que me atendió fue de lo más ruda; cuando le dije que quería reportar que uno de los botes se había caído me respondió que tenía que reportarlo a la opción 2, pero cuando le dije que esa era para Alumbrado Público, replicó en tono prepotente que habían cambiado el menú y que esa opción era para servicios públicos.
Volví a comunicarme, marqué la opción que me recomendó la operadora, pero la mujer que me contestó me dijo que no era en esa extensión, sino en Atención Ciudadana, la cual no existía entre las opciones que daba el menú.
Al colgar estuve a punto de mandar a volar el caso, si ellos no se interesan ¿por qué yo si? pero ganó mi parte responsable, y recordé las maravillas de ser reportera. Me comuniqué directamente con la asistente del secretario de Servicios Públicos y le di mi reporte. Si lo llegaron a recoger o no, ya no esperé a ver.
¿Por qué es que cuando uno intenta hacer las cosas de buena fe la gente reacciona de esta manera? Una parte de mi vota por dejar las buenas intenciones a un lado, si la gente quiere seguir viviendo en un cagadero, adelante. Pero gana más mi terquedad, mis ganas de luchar por causas perdidas.
No digo que sea una santa paloma, una ciudadana modelo y un ejemplo a seguir, para nada; simplemente quería reflexionar acerca de cómo la sociedad busca la forma de aplastar los esfuerzos por mejorar tanto el entorno en el que vivimos, como el aspecto personal. Pero, reitero, soy terca, y seguiré en esto.

1 comentario:

  1. Cierta reflexión. Desde hace años escucho entre analistas una frase que resume lo triste de nuestra realidad mexicana: "en este país conviene vivir más en la ilegalidad que en la legalidad". Así es. Incluso los trabajadores del ayuntamiento, en este caso, se niegan a proporcionar ayuda por un servicio. No sé cómo tu lo veas. A veces yo pienso que México es Gotham City. Corrupta e inmutable hasta en sus ciudadanos.

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