Una idea muy común que al parecer rige
la gran mayoría de los medios de comunicación en México de unos
años a la fecha es “la sangre vende”, lo cual cierra la puerta a
tantos temas y formas de presentar la información que podrían
enriquecer el modelo del periodismo nacional.
Esta fue la idea final con la que me
quedé hace unos días cuando tuve la oportunidad de platicar por lo
menos un par de minutos con dos comunicadores con una larga trayectoria nacional: Gabriela
Warketin y Ricardo Raphael.
A pesar de que cada uno tiene su
postura muy definida y una visión muy particular, en esencia dijeron
lo mismo: hay que buscar nuevas formas de informar, y no cerrarnos a
las posibilidades.
Hay que aprender a definir agendas
“Hay que salir de los lugares
comunes” fue el primer consejo que me dio Warketin, quien resaltó
la importancia de diseñar agendas informativas más abiertas.
En la agenda nacional se tiene una
enorme variedad de temas, los cuales compiten entre si por los
principales lugares en los medios, pero el que una nota no quede
en portada no implica que haya sido ignorada, simplemente hay demasiada información y pocos espacios en dónde presentarla.
Hay muchas partes del país en las que
hay conflictos sociales o ecológicos, por ejemplo el caso de Tetela
de Ocampo en la Sierra Norte de Puebla, pero este tipo de temas
suelen ser vistos como cuestiones muy locales, por lo que los medios
de otras partes de México tienden a no ponerle mucha atención.
Uno como reportero, debe saber cómo
poner este tipo de temas dentro de la agenda nacional,
contextualizando la importancia que puede tener para el país o
relacionarlo con problemáticas similares, de tal manera que la
información salga de un pequeño espacio territorial.
“Pensemos en estrategias de
comunicación en un mundo muy ruidoso”, sugirió la comunicadora,
como podría ser el empleo de las redes sociales para generar interés
sobre un determinado tema.
El periodismo fue domesticado en el
siglo XX
Durante las últimas décadas del siglo pasado, para muchos era una pena presentarse como reporteros, porque en ese entonces se vivía en México con un periodismo “boletinero, sumiso, mal pagado
y sometido”, como lo definió Ricardo Raphael.
Luego de venir de un siglo XIX en que
el periodismo ayudó a la formación del país, a los largo de 1900
los reporteros se acostumbraron a ser mantenidos por el gobierno, por
lo tanto, éste se acostumbró a dominar a los medios y callarlos
cuando le pareciera.
Pero con la entrada del año 2000 la
situación cambió, ahora muchos jóvenes otra vez ven la información
como algo “digno”, y no se preocupan si pueden ganarse la vida
haciendo periodismo, solamente lo quieren hacer.
Esta cualidad de la nueva generación
ayudará a que en las próximas décadas el oficio vuelva a ganar
reputación, aseguró el analista político.
Sin embargo, a pesar este nuevo ímpetu
de los jóvenes periodistas, es importante no tomar posturas
radicales en las que uno diga que su forma de hacer las cosas es
mejor que la otra.
Esto lo dijo Raphael luego de que otra
periodista dijera en un foro que “el periodismo de denuncia no es
tan importante hoy en día”.
Ante esto, Raphael simplemente
consideró severa la afirmación, aunque reconoció que en México
prevalece este tipo de periodismo, mientras que hacen falta los
trabajos de investigación.
Los géneros no están peleados, pero
es una exageración cargarse hacia a uno o hacia otro.
“Todos quisiéramos ser Kapuściński
y hacernos de un nombre teniendo una pluma linda, pero si sólo
hubiera Kapuścińskis no habría periodismo, otros quieren ser
Lydia Cacho y vivir en la denuncia, aventando información dolorosa,
pero si solo hubiera esto no hubiera explicación de los hechos”.
Si bien en este oficio cada uno busca
su especialización, los géneros no son excluyentes, uno debe saber
encontrar esa situación que necesita ser denunciada, tiene que saber
investigar la información y explicar los hechos.